CULTIVO DEL PLÁTANO

Suelos

Los suelos aptos para el desarrollo del cultivo del banano son aquellos
que presentan una textura franco arenosa, franco arcillosa, franco arcillo
limosa y franco limosa, debiendo ser, además, fértiles, permeables, profundos
(1,2-1,5 m), bien drenados y ricos especialmente en materias nitrogenadas. El
cultivo del banano prefiere, sin embargo, suelos ricos en potasio,
arcillo-silíceos, calizos, o los obtenidos por la roturación de los bosques,
susceptibles de riego en verano, pero que no retengan agua en invierno.

La platanera tiene una gran tolerancia a la acidez del suelo, oscilando
el pH entre 4,5-8, siendo el
óptimo 6,5. Por otra parte, los plátanos se desarrollan mejor en suelos planos,
con pendientes del 0-1%.

Clima

El banano exige un clima cálido y una constante humedad en el aire.
Necesita una temperatura media de 26-27 ºC, con lluvias prolongadas y
regularmente distribuidas. Estas condiciones se cumplen en la latitud 30 a 31º
norte o sur y de los 1 a los 2 m de altitud. Son preferibles las llanuras
húmedas próximas al mar, resguardadas de los vientos y regables. El crecimiento
se detiene a temperaturas inferiores a 18 ºC, produciéndose daños a
temperaturas menores de 13 ºC y mayores de 45 ºC.

En la cuenca Mediterránea es posible su cultivo, aunque no para producir
frutas selectas, en las localidades donde la temperatura media anual oscila
entre los 14 y 20 ºC y donde las temperaturas invernales no descienden por
debajo de 2 ºC.

En condiciones tropicales, la luz, no tiene tanto efecto en el
desarrollo de la planta como en condiciones subtropicales, aunque al disminuir
la intensidad de luz, el ciclo vegetativo se alarga. El desarrollo de los
hijuelos también está influenciado por la luz en cantidad e intensidad.

La pluviosidad necesaria varía de 120 a 150 mm de precipitaciones
mensuales o 44 mm semanales. La carencia de agua en cualquier momento puede
causar la reducción en el número y tamaño de los frutos y en el rendimiento
final de la cosecha.

Los efectos del viento pueden variar, desde provocar una transpiración
anormal debido a la reapertura de los estomas hasta la laceración de la lámina
foliar, siendo el daño más generalizado, provocando unas pérdidas en el
rendimiento de hasta un 20%. Los vientos muy fuertes rompen los peciolos de las
hojas, quiebran los pseudotallos o arrancan las plantas enteras inclusive.


Fertilización

Las primeras fases de crecimiento de las plantas son decisivas para el
desarrollo futuro, por tanto es recomendable en el momento de la siembra
utilizar un fertilizante rico en fósforo. Cuando no se haya realizado abonado
inicial, la primera fertilización tendrá lugar cuando la planta tenga entre 3 y
5 semanas, recomendándose abonar al pie en vez de distribuir el abono por todo
el terreno, ya que esta planta extiende poco las raíces.

En condiciones tropicales, los compuestos nitrogenados se lavan
rápidamente, por tanto se recomienda fraccionar la aplicación de este elemento
a lo largo del ciclo vegetativo.

A los dos meses, es recomendable aportar urea o nitrato amónico,
repitiendo el tratamiento a los 3 y 4 meses. Al quinto mes se debe realizar una
aplicación de un fertilizante rico en potasio, por ser uno de los elementos más
importantes para la fructificación del cultivo.

En plantaciones adultas, se seguirá empleando una fórmula rica en
potasio (500 g de sulfato o cloruro potásico), distribuida en el mayor número
de aplicaciones anuales, sobre todo en suelos ácidos. Se tendrá en cuenta el
análisis de suelo para determinar con mayor exactitud las condiciones actuales
de fertilidad del mismo y elaborar un adecuado programa de fertilización.

El uso de abonado orgánico es adecuado en este cultivo no sólo porque
mejora las condiciones físicas del suelo, sino porque aporta elementos
nutritivos. Entre los efectos favorables del uso de materia orgánica, está el
mejoramiento de la estructura del suelo, un mayor ligamiento de las partículas
del suelo y el aumento de la capacidad de intercambio.

Propagación

La platanera es incapaz de producir semillas viables por lo que solo es
posible su reproducción y perpetuación a través de la propagación vegetativa o
asexual. Por tanto, las “semillas” utilizadas para la siembra
corresponden a partes vegetativas tales como retoños y cormos o hijos que, una
vez separados de la planta madre, pueden realizar su ciclo de crecimiento y
producción.

Lo más recomendable es que el agricultor seleccione el material de
siembra a partir de plantas madres vigorosas, sin signos visuales de ataques de
plagas y enfermedades, realizando limpieza y desinfección del mismo. Los hijos
seleccionados deben ser tipo espada, evitando el uso de aquellos catalogados
como orejones o de agua, ya que han perdido su vitalidad por desequilibrios
nutricionales o estrés hídrico.

Existen diversos métodos y formas de propagación:

– Propagación tradicional: es el sistema de
propagación más antiguo y hace uso de hijos o retoños. Se caracteriza por la
escasa o nula aplicación de prácticas culturales básicas, de manera que las
plantas se encuentran bajo libre crecimiento, lo que provoca un alto índice de
competencia entre ellas. El material de propagación usado en este sistema
proviene generalmente de la misma plantación, siendo la eficiencia del mismo
baja, existiendo, además, riesgo de diseminación de plagas y enfermedades.

– Propagación por división de cormos: puede
ser aplicada a cormos procedentes de plantas jóvenes o recién cosechadas. Para
su aplicación es necesario ubicar e identificar las yemas presentes en el
cormo, lo que hace que el sistema sea altamente eficiente. Las principales
etapas para su aplicación son las siguientes:

  • Selección del material: se recomienda el uso de cormos aparentemente
    sanos y vigorosos. El número de plantas a generar dependerá del tamaño del
    mismo, por lo que los cormos pequeños no son recomendables.
  • Limpieza y lavado: a los cormos seleccionados se les
    eliminan los restos de tierra, las raíces, aquellas partes que se
    encuentren afectadas por diversos daños y la parte aérea.
  • Desinfección: se prepara una solución de agua y cloro
    a razón de 5 mL · L-1 de agua, en la cual se sumergen los
    cormos durante tres minutos para su desinfección.
  • Exposición de las
    yemas
    : se corta la base de la hoja más
    externa hasta llegar a la siguiente, quedando expuesta una yema lateral en
    un punto en forma de “V” formado por la intercepción de las
    bases de las hojas.
  • Corte: una vez descubiertas todas las yemas
    posibles en el cormo, se procede a realizar cortes en secciones, tratando
    en lo posible de dejar en cada sección una yema visible.
  • Siembra: se realiza en canteros previamente preparados
    o directamente en bolsas de plástico tratando que la yema se encuentre
    cubierta por tierra o por el sustrato y cercana a la superficie.
  • – Propagación por división de brotes: se
    utilizan cormos provenientes de plantas jóvenes o recién cosechadas. El cormo
    se divide en 4-8 porciones (cada porción debe tener al menos una yema), que son
    sembradas en canteros, los cuales deberán emitir nuevos brotes. En ese momento,
    estos brotes son divididos cada uno en cuatro partes, que son tratados y
    sembrados exactamente como el conjunto del cormo original. En muchos casos, algunos
    de estos brotes divididos producen meristemos múltiples, que pueden ser
    separados y sembrados. A través de este sistema se pueden obtener más de 500
    retoños de un solo cormo en un periodo de ocho meses.

    – Propagación por ruptura y eliminación de la yema central: consiste en eliminar la yema apical con el fin de “romper”
    la dominancia apical para inducir la activación de las yemas laterales y
    producir mayor número de hijos por cormo, tanto en plantas cosechadas como en
    plantas jóvenes. El número de hijos generados dependerá de varios factores como
    el tipo de clon, las condiciones fisiológicas de la planta y las condiciones
    climáticas.

    – Propagación a través del uso de hijuelos o cormitos: el peso no debe ser menor de 150 g y se recomienda pelarlos antes
    de la siembra con cuidado de remover solo las raíces y la capa superficial de
    la corteza para mantener la conformación original del mismo. El momento de
    llevarlas a campo estará determinado por la presencia de cuatro hojas
    verdaderas y una altura de 20 a 25 cm.

    – Propagación a través de “vitroplantas”: tiene la capacidad de generar gran cantidad de plantas para la
    siembra a medio plazo, en estado fitosanitario relativamente óptimo. A partir
    de un ápice es posible lograr en un año, centenares de plantas libres de
    nematodos, hongos, y de algunos virus y bacterias. A nivel comercial, se basa
    en el uso exclusivo del meristemo o yema central para la propagación in vitro.

    – Propagación y producción simultánea (PPS): tiene como funciones básicas la propagación de materiales de
    musáceas y la producción de frutos simultáneamente. Se basa en el
    establecimiento de un plantel de plantas madres provenientes de cultivo in
    vitro, en el manejo de una alta densidad de siembra, donde la mitad de la
    población es destinada para el establecimiento del cultivo y la otra para la
    producción de “semillas” y en la inducción de brotes laterales con
    ablación de la yema central.

    Riego

    El plátano requiere grandes cantidades de agua y es muy sensible a la
    sequía, ya que ésta dificulta la salida de las inflorescencias dando como
    resultado, racimos torcidos y estrenudos muy cortos en el raquis que impiden el
    enderezamiento de los frutos. La sequía, también produce obstrucción foliar,
    provocando problemas en el desarrollo de las hojas.

    Una humedad apropiada del suelo es esencial para obtener buenas
    producciones, particularmente durante los meses secos del año, en los que se
    debe asegurar un riego adecuado. Sin embargo, debe tenerse precaución y no
    regar en exceso, ya que el plátano es extremadamente susceptible al daño
    provocado por las inundaciones y a suelos continuamente húmedos o con un
    drenaje inadecuado. Los sistemas de riego más empleados son el riego por goteo
    y por aspersión. En verano, las necesidades hídricas alcanzan aproximadamente
    unos 100 m3 de agua por semana y por hectárea y en otoño la
    mitad. En enero no se riega y en febrero, una sola vez. Los riegos se reducen
    cuando los frutos están próximos a la madurez.

    Por otro lado, la platanera sólo puede aprovechar el agua del suelo
    cuando tiene a su disposición suficiente cantidad de aire, por lo tanto, la
    cantidad de agua y de aire en el suelo deben estar en cierto equilibrio para obtener
    un alto rendimiento en el cultivo.

    Como se ha comentado, el drenaje es una de las prácticas más importantes
    del cultivo. Un buen sistema de drenaje aumenta la producción y la disminución
    de la incidencia de plagas y enfermedades. Se recomienda realizar el drenaje,
    cuando la capa de agua esté a menos de 40-60 cm de la superficie, aunque sea
    temporalmente.

    Plagas y enfermedades


    Plagas.

    Thrips (Hercinothripsfemoralis)

    Las características principales de Hercinothripsfemoralis son
    su pico chupador-raspador u sus alas plumosas y en número de dos pares, de
    color marrón oscuro. Su tamaño es de 1,5 mm. Las larvas son de color
    amarillento translúcido y no son voladoras.

    Hercinothripsfemoralis ataca directamente al
    fruto, produciendo daños que fácilmente se confunden con los de la araña roja.
    El daño se inicia en los plátanos con una zona de color plateado, que después
    pasa a color pardo-cobrizo y termina en color casi negro.

    El daño del thrips se diferencia del de la araña roja, en que en la
    primera fase del ataque o zona plateada existen unos puntos negros, típicos del
    ataque de thrips; en una fase más avanzada aparecen las zonas de color cobrizo,
    debido a la oxidación de la savia que brota por las raspaduras del insecto.

    Sus ataques son más frecuentes en la época otoñal, ya que condiciones de
    humedad del 70 % ó 80 % favorecen su desarrollo.

    Un momento adecuado para combatir esta plaga es el comienzo de la
    primavera, cuando la población de thrips es baja.

    Son recomendables las pulverizaciones dirigidas al racimo, de alguno de
    los siguientes insecticidas:

    -Clorpirifos: 48 %, a 150
    cm3/hL.
    -Dimetoato 40 %, a 150 cm3/hL.

    Cochinilla algodonosa (Dysmicoccusalazon)

    En la antigüedad era la plaga más corriente de las plataneras,
    pudiéndose encontrar cochinillas debajo de las vainas foliares en el falso
    tallo, junto al nervio central de las hojas por el envés y entre los dedos del
    racimo.

    La cochinilla es de forma ovalada, su cuerpo está segmentado y es de
    color rosado al quitarle la borra algodonosa que la protege.

    Normalmente suele salir de sus refugios invernales en primavera,
    multiplicándose durante el verano y otoño.

    Se recomienda limpiar las hojas secas antes de efectuar el tratamiento
    para dejar al descubierto las cochinillas y puedan así ser fácilmente
    alcanzadas por el tratamiento.

    Un momento adecuado para combatir esta plaga es el comienzo de la
    primavera, que es cuando sale de sus refugios invernales.

    Para un tratamiento adecuado se puede utilizar uno de los siguientes
    productos:

    -Clorpirifos 48 %, a 150 cm3/hL.
    -Dimetoato 40 %, a 150 cm3/hL.
    -Metil-clorpirifos 24 %, a 350 cm3/hL.
    -Metil-pirimifos 50 %, a 250 cm3/hL.

    Los aceites minerales no deben emplearse en la platanera para el control
    de cochinillas, por el peligro de producir quemaduras.

    Ácaros (Tetranychustelarius y Tetranychusurticae)

    La araña roja suele localizarse en el envés de las hojas a lo largo del
    nervio central, cerca del racimo, notándose su presencia por unos puntitos de
    color rojo junto con las telas de araña y los huevos. Después pasan al racimo,
    causando daños en la fruta con la aparición de zonas de color blanco-plateado,
    que poco a poco se van haciendo más oscuros.

    El adulto mide unos 0,6 mm, es de forma ovoide y de coloración rojiza.
    Se puede observar a simple vista en el envés de las hojas. Las larvas, que son
    transparentes, sólo tienen al nacer tres pares de patas. Los huevos son
    esféricos, lisos y más o menos transparentes.

    Las condiciones ideales para el desarrollo de la araña roja son
    temperaturas elevadas y humedad ambiente baja. Por tanto, hay que vigilar las
    fincas, principalmente, en primavera y verano. Al llegar las lluvias y el frío
    del invierno se detiene su desarrollo, refugiándose para invernar. Un momento
    adecuado para combatir esta plaga es al comienzo de la primavera, cuando los
    pocos adultos invernantes pasan de las malas hierbas al envés de las hojas de
    la platanera, y aún no se ha iniciado la puesta del verano.

    En los primeros tratamientos conviene emplear maquinaria a presión
    debiendo mojarse bien el envés de todas las hojas, para que aquellos sean
    efectivos. Puede utilizarse también, uno de los siguientes acaricidas a las
    dosis que se expresan a continuación:

    -Bromopropilato 50 %, a 150
    cm3 .
    -Dicofol 16 % + tetradifon 6 %, a 200-250 cm3/hL.

    Taladro o traza (Hieroxestissubcervinella)

    La oruga que ocasiona el daño es de unos 2-2,5 cm de longitud, estrecha,
    delgada y con la cabeza marrón brillante, siendo típicas las dos manchas de
    color gris oscuro en cada anillo del abdomen. Son orugas barrenadoras,
    transparentes y de color blanco sucio.

    La “traza” excava unas galerías hasta las primeras “manos” de los
    frutos. También se localiza su ataque en la zona de pudrición de la planta
    “abuela”, una vez que se ha efectuado el corte de la planta después de la
    recolección. Aquí es donde se localizan las puestas de las mariposas que dan
    origen a las orugas. También suelen hacer las puestas en la última hoja podrida
    del “rolo”, y en la parte inferior del racimo (“platanillo”). 

    Esta plaga causa sus mayores daños en los meses de octubre y noviembre.
    Las máximas capturas de las mariposas se sitúan en agosto y septiembre.

    Un momento adecuado para combatir esta plaga es hacia el final de la
    primavera, que es cuando la población de adultos empieza a ascender.

    En cuanto al tratamiento, la primera operación consiste en limpiar de
    hojas la parte superior del tallo del racimo y despejar la parte inferior del
    mismo (limpieza del “platanillo”) para impedir la llegada de la “traza” a las
    últimas manos del racimo. Así la eficacia del tratamiento es mayor. Por otra
    parte, como las larvas se refugian en la parte podrida del “ñame” viejo, es
    conveniente tratarlo, pudiendo emplearse para ello insecticidas granulados.

    En lo referente a tratamientos fitosanitarios, en general, debemos
    evitar pulverizar los racimos jóvenes (menores de dos meses), especialmente con
    líquidos emulsionables, por el riesgo de producir quemaduras. Para que un
    tratamiento fitosanitario sea lo más eficaz posible se hace necesario, además
    de identificar el parásito, conocer su ciclo de vida, para elegir el momento
    más oportuno de realizar el tratamiento.

    Barrenador de la raíz del plátano (Cosmopolitessordidus)

    En la actualidad se considera una de las plagas más seria del plátano en
    la zona del Caribe, sobre todo en las localidades costeras.

    El ataque se manifiesta por un alargamiento de las hojas y una
    disminución en el tamaño de los frutos, y en general un aspecto enfermizo de la
    planta. Si este es severo puede dar lugar a la caída de la planta.

    Las medidas preventivas se basan en la aplicación de buenas medidas
    sanitarias en el campo, como la limpieza de los tallos y hojas que se han caído
    o han sido cosechadas. Además, el material de siembra no debe estar infectado
    de barrenadores, por tanto los rizomas se deben inspeccionar cuidadosamente
    para comprobar que no haya túneles del barrenador. También como medida
    preventiva se recomienda sumergir los rizomas y el extremo basal de los
    chupones en una solución desinfectante.

    En cuanto al control químico, los barrenadores de la raíz se controlan
    por medio de aspersiones o espolvoreos. El tratamiento debe alcanzar todos los
    huecos cerca de la base de las hojas viejas y tratar el suelo en un radio de
    0,5 m alrededor de las plantas. Las áreas infectadas se deben tratar por lo
    menos una vez al año, durante la temporada seca.

    Nematodos (Pratylenchus, Helicotylenchus Meloidogyne)

    Se encuentran en una gran variedad de tipos de suelos, pero los cálidos,
    poco profundos y bien drenados, proporcionan las condiciones más favorables
    para su desarrollo.

    Las hembras tienen forma de saco, se fijan a la planta, y al morir dejan
    en su interior los huevos. Los nematodos parásitos poseen un estilete, que
    clavan en el tejido de la planta, para succionar la savia de la que se alimenta.

    Los huevos eclosionan y dan lugar a una larva que sufrirá cuatro mudas
    antes de ser adulto. La duración del ciclo en zonas templadas es de una o dos
    generaciones al año, mientras que en climas cálidos puede tener una generación
    al mes.

    Los daños causados por nematodos se producen en las raíces, dando lugar
    a una disminución de la producción. Los daños se manifiestan en las
    plantaciones por un amarilleo de las hojas, la muerte de las ramas bajas,
    agallas en las raíces y sobreproducción de raicillas.

    El nematicida típico del plátano es el dibromo-cloro-propano, aplicado a
    dosis de 35-40 L/ha, los tratamientos serán más efectivos en los meses
    febrero-marzo y septiembre-octubre.

    Enfermedades

    * Mal de panamá o “veta amarilla”.

    Es la enfermedad más grave que ataca a la platanera y está causada por
    el hongo Fusarium oxysporum f. sp. cubense. Las
    principales variedades comerciales, especialmente “Gros Michel”, son atacadas
    por Fusarium.

    Es fácil de apreciar la enfermedad, pues causa síntomas llamativos de
    amarilleo, seca de hojas y muerte de rodales de plantas:

    Parte aérea: el síntoma típico de la
    enfermedad en las hojas empieza con un ligero amarilleo en el borde.
    Posteriormente avanza hacia el nervio dejando un borde seco de color marrón
    claro. En otras ocasiones, sobre todo cuando el síntoma se advierte
    predominantemente en hojas viejas, éstas aparecen totalmente amarillas sin
    desecación. Muchos peciolos presentan un aspecto muy característico,
    apreciándose en su parte externa unas pequeñas manchas alargadas de color
    púrpura. Cuando se levanta la piel se observa que la mancha externa corresponde
    a una necrosis en los vasos, que generalmente es discontinua. No todas las
    hojas presentan síntomas, debiéndose buscar en la cuarta-sexta hoja, contando
    de fuera a dentro. Otro síntoma claro de la presencia de la enfermedad es la
    aparición de unas estrías necróticas en la cara interna de algunas vainas
    foliares del falso tallo.

     Falso tallo: cuando se corta transversalmente el falso tallo, se suelen encontrar
    coloraciones amarillas o necróticas en los vasos, que normalmente son de color
    blanquecino. Esta coloración puede afectar a todos los vasos o sólo a parte de
    ellos.

     Rizoma: los mismos síntomas que se aprecian en el falso tallo se extienden
    por el rizoma o “ñame”. Se suelen presentar una serie de estrías necróticas,
    oscuras o azuladas, sobre fondo blanco (“Veta o vena negra”), o sobre
    descomposición secundaria amarillenta (“Veta o vena amarilla”). Es frecuente en
    plantas con ataque inicial que la necrosis no afecte al rizoma, aunque esté
    extendida en peciolos y falso tallo.

    Racimo o piña: nunca se han observado
    lesiones en piña. Las plantas afectadas producen “piñas” con retraso o no
    llegan a producirla. En todo caso, los plátanos no llenan normalmente, denominándose
    plátanos “habichuelados”. No se presentan pudriciones en la fruta ocasionadas
    por ataque de este hongo. En general, las “piñas” producidas por plantas
    enfermas son más pequeñas de lo normal, y por tanto de menor peso.

     Raíces: no hay diferencias definidas entre raíces sanas y raíces enfermas. Por
    término, medio su estado sanitario es bueno, si los nematodos están bien
    controlados.

    La enfermedad se transmite frecuentemente por “cabezas” o “ñames” de
    plantas enfermas, con las que se plantan nuevas huertas o se replantan otras en
    cultivo. Dentro de una parcela, la enfermedad se propaga de una planta a otra
    por el suelo y a través de las raíces. La vía normal es que el hongo penetre
    por las raicillas laterales, que están sobre las raíces más viejas, y de éstas
    pase al rizoma. El hongo también puede penetrar por las raíces muertas o
    heridas, de las cuales pasará al rizoma.

    También se puede realizar la propagación con estiércoles infectados por
    haber sido alimentado el ganado con plantas que contengan restos de plantas
    enfermas.

    Las condiciones favorables para el desarrollo de la enfermedad son un
    exceso de humedad en el suelo, por cultivar en terrenos fuertes o arcillosos
    con mal drenaje, que retienen mucho tiempo el exceso de agua. Cuando no hay
    aireación, la infección se produce en las raíces sanas por encontrar un exceso
    perjudicial de dióxido de carbono originado por la respiración, y aunque la
    raíz principal está poco afectada, las raicillas laterales enferman y quedan
    destruidas. Otro factor que juega un papel importante es elpH del suelo, ya que los
    terrenos ácidos y pobres en calcio reúnen condiciones adecuadas para el
    desarrollo del hongo.

    Actualmente no se conoce un tratamiento curativo para este tipo de
    enfermedad. Sin embargo, se puede luchar indirectamente para evitar su
    desarrollo y propagación. Estas medidas de lucha deben ir encaminadas a
    aumentar el vigor de la planta para darle una mayor resistencia frente a la enfermedad
    y, por otra parte, crear en el suelo un ambiente desfavorable al desarrollo del
    hongo. Se recomiendan las siguientes prácticas:

    -Encalar los terrenos con pH ácidos y bajo
    contenido en calcio en el momento oportuno y empleando de 1 000 a 2 000 kilos
    de cal viva por fanega, como resultado de los análisis de tierra.

    -Abonar racionalmente de acuerdo con los resultados de los análisis
    efectuados, especialmente en hojas. Tener en cuenta que se debe emplear
    adecuadamente la fertilización potásica, ya que el potasio es un elemento que
    está relacionado con la mayor o menor resistencia de las plantas a las
    enfermedades. Cualquier causa que limite la absorción de este elemento por la
    planta, como puede ser un exceso de sodio en el suelo, o una aireación
    deficiente del mismo, favorecerá el ataque de la enfermedad.

    -Evitar los riegos copiosos, estableciendo además turnos más cortos de
    riego.
    -En las parcelas donde la enfermedad se ha generalizado, se aconseja cortar la
    planta enferma y aprovechar los hijos sanos, eligiendo más adelante el mejor de
    ellos.
    -También es aconsejable, aunque no del todo necesario, desinfectar los hoyos
    donde había plantas enfermas y los útiles de trabajo.
    -Emplear siempre planta sana en las nuevas plantaciones y en los replantes.
    -Debe evitarse el empleo de aguas salinas y plantar en suelos salinos,
    arcillosos, con mal drenaje, mala permeabilidad y poco profundos.

    *. Ahogando del plátano o “punta de cigarro”.

    Está causado por el hongo Verticillium o Stachyllidiumtheobromae,
    que produce una necrosis en la punta de los plátanos que se asemeja a la ceniza
    de un puro. Se evita mediante desflorillado, que es la operación de cortar los
    pistilos de las flores, aproximadamente a los doce o quince días de nacer la
    piña. Un buen control del hongo se consigue con pulverizaciones dirigidas al
    racimo con alguno de los productos siguientes:

    -Tiabendazol 60 %, a 150 g · hL-1.

    *Deightoniellatorulosa.
    En los últimos años han aparecido ataques de este hongo en los frutos,
    que provocan el desarrollo de unas manchas de un color verde oscuro de aspecto
    aceitoso, de unos 4 mm de diámetro que poseen en su centro una puntuación
    similar a una picadura de insecto. Este ataque, por tanto, no debe confundirse
    con el ataque del trips o araña roja, cosa que sucede frecuentemente. Los
    frutos jóvenes, de diez a treinta días, son más susceptibles al hongo que los
    que tienen de setenta a cien días. El desarrollo de la enfermedad se ve
    favorecido por un drenaje deficiente, un marco de plantación muy estrecho y un
    inadecuado control de las malas hierbas. Para su control se recomiendan
    pulverizaciones con compuestos de cobre o Maneb, a la dosis de 300 g · hL-1 de
    agua.

    Source: elplatanaso.blogspot.com